El sueño americano vs. el contentamiento bíblico
El sueño americano es la vida, la libertad y la búsqueda del dinero. Tiene que ser así porque así funciona la sociedad. El dinero mueve este mundo. A pesar de ello, el cristiano debería tener una aspiración más elevada.
El dinero nos promete una casa, un buen coche, ropa bonita y estatus social. Puede darnos lo que el mundo llama “éxito”, pero el verdadero éxito es algo que el mundo amante del dinero ve como un enemigo: la satisfacción. No quieren que te conformes con tu coche, tu casa, tu iPhone, tu ropa ni siquiera con tu aspecto. Esto se debe a que el descontento es el alma de la publicidad. Necesitan tu dinero, así que te harán líos hasta que lo abandones y consigas su producto. Y así, nos bombardean con publicidad por todos lados diciéndonos que necesitamos más, más grande y mejor. Así funciona el mundo, y que te conformes es un obstáculo para su máquina de hacer dinero.
David, como rey de Israel, había conocido el éxito material, y aun así dijo: El Señor es mi pastor; nada me faltará (Salmo 23:1). La carencia es el ladrón de la satisfacción. Podemos poseer posesiones, pero debemos asegurarnos de que no nos posean. Escuchemos cómo las Escrituras presentan el ideal de la satisfacción y, al mismo tiempo, advierten del dolor que inevitablemente conlleva la carencia:
Ahora bien, la piedad con contentamiento es gran ganancia. Porque nada trajimos a este mundo, y sin duda nada podremos llevarnos. Y teniendo sustento y abrigo, con esto estaremos contentos. Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañinas que hunden a los hombres en destrucción y perdición. (1 Timoteo 6:6-9)
Tuve la gran fortuna de recibir la “revelación del contentamiento” cuando tenía 20 años, dos años antes de llegar a la fe en Jesús. Tenía éxito material y me di cuenta de que si quería más, estaría corriendo tras el viento. Por aquel entonces, un empresario jubilado se unió a mi negocio y, al ver su potencial de crecimiento, me dijo con seriedad: “Mantén un negocio pequeño”.
Este consejo es lo opuesto al sueño americano. Va en contra de innovar, crecer, gastar, pensar en grande y tener visión. Pero me di cuenta de que crecer me esclavizaría, mientras que mantenerme pequeño me aseguraría la libertad. Descubrí que era cierto dos años después, cuando creí en Jesús. Mi libertad significaba que podía servir a Dios sin trabas.
Matthew Henry dijo: Es mucho más feliz quien siempre está contento, aunque tenga poco, que quien siempre codicia, aunque tenga mucho.
Sin embargo, existen ventajas obvias al hacerse rico. Consigues un coche genial, una casa bonita y, por supuesto, la certeza de que tu cuenta bancaria saneada te asegura el futuro. Pero hacerse rico no es fácil. Implica sacrificar tiempo con tu esposa e hijos. Pero existe el consuelo de que todo el dinero que ganas dedicando más tiempo a tu trabajo lo puedes usar para tu costoso acuerdo de divorcio.