6. Compañerismo- No hagas como la mariposa

Ora acerca de la iglesia en la cual debes congregarte. Asegúrate de que el sitio que vayas a llamar iglesia llama al pecado por lo que es: pecado. ¿Creen ellos las promesas de Dios? ¿Son amorosos? ¿El pastor trata a su esposa con respeto? ¿Es un hombre de la Palabra? ¿Tiene un corazón humilde y un espíritu amable? Escucha su enseñanza con cuidado. Debe glorificar a Dios, magnificar a Jesús y edificar a los oyentes. Una evidencia de que eres verdaderamente salvo es que tendrás amor por otros cristianos (1 Juan 3:14). Querrás compartir con ellos. El viejo dicho de que “dime con quién andas, y te diré quién eres” es cierto para los cristianos.

Nos reunimos juntos para partir el pan (comunión), para la enseñanza de la Palabra y para compartir. Compartes las mismas motivaciones, inclinaciones, tentaciones, aspiraciones – estamos trabajando juntos por lo mismo, para el crecimiento del Reino de Dios en la tierra. Este es el por qué asistimos a la iglesia – no porque tienes que, sino porque lo quieres hacer.

No te conviertas en una “mariposa espiritual” que va de iglesia en iglesia. Echa raíces. Si te mueves de iglesia en iglesia, ¿cómo sabrá tu pastor el tipo de comida que estás asimilando? La Biblia dice que tu pastor va a tener que darle cuentas a Aquel que te confió a él. (Hebreos 13:17), así que hazte conocido a tu pastor. Ora por él regularmente. Ora por su esposa, por su familia y por los ancianos.

Ser pastor no es una tarea sencilla. La mayoría de las personas no se dan cuenta las numerosas horas que toma el preparar un sermón fresco cada semana. Ellos no aprecian el tiempo invertido en oración y en el estudio de la Palabra. Si el pastor hace la misma broma dos veces, o si comparte algo que ya había compartido antes, recuerda, él es humano. Entonces, dale mucha gracia y doble honor. Nunca murmures de él. Si no te gusta algo que dijo, ora al respecto, luego déjalo en manos de Dios. Si eso no te satisface, abandona la iglesia, en vez de dividirla con murmuración y quejas.

Una vez, una mujer propagó un chisme acerca de un pastor local. Lo que supuestamente había hecho vino a ser conocido por todo el pueblo. Luego, ella comprobó que lo que oyó no era cierto. Valientemente fue al pastor y le pidió que la perdonara. El pastor la perdonó, pero le pidió que tomara una almohada llena de pequeñas plumas en un rincón del pueblo, y al venir el viento, que sacara todas las plumas. Luego, le dijo que intentara recoger cada pluma. Él le explicó el daño que ella había hecho. Había destruido su buena reputación y tratar de reparar el daño era como tratar de reunir de nuevo todas las plumas en un fuerte viento.

La Biblia dice que hay vida y muerte en el poder de la lengua. Podemos matar o hacer que algo tenga vida con nuestras palabras. Las Escrituras también revelan que Dios odia a aquellos que causan división entre los hermanos (Proverbios 6:16). Ora con el salmista «Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios.» (Salmos 141.3)

Recuerda el viejo dicho que dice «Aquel que te cuenta un chisme, hablará chismes de ti».

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