10. ¿Dudas?- Cultos, ateos, escépticos

Si conoces al Señor, nada hará flaquear tu fe. Es cierto que un hombre con una experiencia no estará a la merced de un hombre con un argumento. Mira el ejemplo de un niño pequeño que está mirando una estufa. Su padre le advierte que está caliente. El niño dice “bien. Creo que está caliente. En ese momento, él tiene una creencia intelectual de que la estufa está caliente. Cuando su padre se va, él dice “me pregunto si realmente está caliente…” Entonces, él extiende su pequeña mano y toca con sus dedos.

En el instante en que su piel se quema, deja de creer que la estufa está caliente. ¡El ahora sabe que está caliente! Ha pasado del perímetro de la fe al ámbito de la experiencia.

Entonces, entra un experto en estufas y le dice “Niño, tengo un doctorado en el estudio del calor. Definitivamente, esa estufa no está caliente. Te lo puedo probar”. El niño probablemente diría “don experto, no me importa cuántos doctorados tienes, yo sé que la estufa está caliente – ¡ya la toqué! No tengo una creencia, tengo una experiencia. Adiós”.

Si has tocado el medidor de calor del amor y el perdón de Dios, si el Espíritu Santo ha dado testimonio de que eres un hijo de Dios (Romanos 8:16) y si has recibido el Evangelio “en poder en el Espíritu Santo y en plena certidumbre” (1 Tesalonicenses 1:5), nunca serás confundido por un escéptico.

Cuando alguien te diga que sólo debes creer en Dios para ser salvo, que debes adorar en cierto día, que debes ser bautizado por un anciano miembro de tu iglesia, no entres en pánico. Sólo regresa al Manual de Instrucciones. La Biblia tiene todas las respuestas, y al buscarlas, las encontrarás y crecerás.

Si te sientes intimidado por los ateos – si piensas que son «intelectuales» lee el libro, Dios No Cree En los Ateos. Te mostrará que son todo lo contrario. También te enseñará cómo puedes probar la existencia de Dios y cómo probar que los ateos no existen.

Finalmente, la manera de evitar lesiones y dolor en el deporte, es manteniéndote en forma. Has ejercicio. El apóstol Pablo se mantenía en forma a través del ejercicio. El dijo «Me ejercito a mí mismo, para tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres» (Hechos 24:16). Haz lo mismo. Escucha la voz de tu conciencia. Es tu amiga, no tu enemiga. Recuerda las palabras de Salomón: «Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala» (Eclesiastés 12:13-14). Mantén el Día del Juicio ante tus ojos. En ese Día, estarás contento de haber cultivado una conciencia limpia.

Gracias por tomar el tiempo para leer esto. Espero que los principios expuestos te hayan sido de ayuda, y que el conocimiento que has ganado, algún día se evite dolor.

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