Es demasiado fácil manipular la Biblia

por | Ene 24, 2023

Hace poco alguien me llamó “pequeña rata sucia”, y me encantó. No fue porque me alegrara que alguien me persiguiera. Esto fue un genuino elogio. Le sonará extraño hasta que escuche el contexto. Casi cada mañana, juego al pingpong con un amigo íntimo que también es un miembro de nuestro personal. Tiene mi edad, y nos reímos mucho juntos. Si yo soy capaz de vencerlo con un muy buen tiro, a veces me dice: “pequeña rata sucia”. Eso trae alegría a mi alma porque admite que acabo de superarlo al hacer un gran tiro. Así que, en el contexto, no es un insulto en absoluto sino un elogio sincero.

Alguien una vez dijo que la Biblia es como un violín. Puedes tocar cualquier melodía que quieras. Usualmente, los políticos tocan su propia melodía bíblica al sacar un versículo conocido fuera de contexto y aplicarlo en su propia agenda política. Esto lo hizo recientemente el gobernador de California cuando citó a Jesús para justificar la matanza de niños en el vientre materno. El gobernador católico publicó la imagen de una pancarta que decía: “¿Necesitas un aborto? California está lista para ayudar. ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo. No hay mayor mandamiento que este.’ – Marcos 12:31

No obstante, hay un versículo bíblico fuera de contexto más sutil que está engañando literalmente a millones de personas. Es la creencia de que podemos ganar nuestro camino al Cielo.

Santiago 2:26 dice: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”

A partir de este versículo parece claro que la fe no nos salva – que necesitamos obras. Sin embargo, en el contexto de muchos otros versículos de las escrituras sobre la salvación dice que nuestras buenas obras serán la evidencia de que tenemos fe en Jesús. Jesús dijo, “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). Su luz brillando intensamente es evidencia de que usted ha cargado las baterías de su linterna.

Aquellos que confían en la gracia de Dios tienen la evidencia de buenas obras- obras que provienen de la gratitud a Dios por su misericordia. Confiar en las obras es un intento de sobornar al Juez del universo, pero Él no será sobornado en el día del juicio con dinero o con nuestras llamadas buenas obras.

Imagínese, si después de que Natán reprendiera a David por su adulterio y asesinato, el rey hubiera tratado de apaciguar la ira de Dios haciendo buenas obras. Que pensamiento tan ofensivo. Lo único que podría salvarlo era la misericordia de Dios, y eso fue lo que invocó:

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. (Salmos 51:1)

Por lo tanto, debemos decirles a los pecadores que lo único que puede salvarlos de la muerte y del infierno es la gracia de Dios:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9)

La vida eterna es un regalo gratuito de Dios. No puede ganarse ni merecerse, y la manera para ayudar a los pecadores verlo es alejando de su alcance la idea de ganarse la salvación. Jesús lo hizo utilizando los diez mandamientos para mostrar la verdadera naturaleza del pecado (vea Marcos 10:17-19). Cuando un pecador se da cuenta de que Dios es santo y que considera la lujuria como adulterio, el odio como asesinato (que él ve nuestras intenciones), entonces verá que solo la misericordia puede salvarle.

Pero también hay otra forma sutil en la que las obras intentan colarse en la ecuación. Es cuando alguien reconoce que ha pecado contra Dios, pero confía en que su arrepentimiento le salvará. Si dice que está arrepentido de su pecado y promete que nunca lo volverá a hacer, entonces Dios le permitirá entrar en el cielo. Eso puede sonar bien, pero imagine a un criminal diciéndole al juez: “Juez, sé que soy culpable, pero estoy muy arrepentido, y no volveré a cometer el crimen de nuevo,” pensando que el juez, por lo tanto, desestimará su caso. Lo más probable es que el juez le diga: “Por supuesto que estás arrepentido y no lo volverás a hacer. ¡Irás a la cárcel!” Así que, si el arrepentimiento no puede ayudarnos en el tribunal de los hombres, ciertamente no nos ayudará en el día del juicio.

Y eso nos lleva al descanso que encontramos en Cristo. Cuando confiamos solamente en Jesús para salvarnos, dejamos de intentar salvarnos a nosotros mismos, igual que un hombre que salta de un avión usando un paracaídas confía totalmente en que el paracaídas le salvará. No agita los brazos. Deja de esforzarse y simplemente confía en que el paracaídas le salvará.

George Whitefield, hablando acerca de tratar de ganar nuestra salvación a través de nuestras obras, dijo: «¿Qué? ¿Llegar al cielo por tus propias fuerzas? Porque, ¡también podrías intentar subir a la luna con una cuerda de arena!».

El contexto lo es todo, especialmente cuando se trata de nuestra salvación eterna

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