Es obvio en las Escrituras, que Dios requiere de nosotros, que le prediquemos a los pecadores y les enseñemos. El siervo de Dios debe ser amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; (2Tim 2:24,25). Por mucho tiempo, pensé que debía saltar entre los pecadores, esparcir la semilla y luego irme. Pero, nuestra responsabilidad va más allá.

Debemos llevar al pecador, al punto de que entienda su necesidad de Dios. El Salmo 25:8 dice, » Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.» El Salmo 51:13 dice, » Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.» La Gran Comisión es enseñarle a los pecadores: «…Enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado» (Mat 28:19-20). Los discípulos obedecieron el mandamiento » todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo» (Hechos 5:42).

El que fue sembrado en «buena tierra», es el que » oye… y entiende» (Mateo 13:23). Felipe el evangelista preguntó al potencial converso etíope, «¿Entiendes lo que estás leyendo?» Algunos predicadores son como un arma ruidosa que pierde el blanco. Quizá suene efectivo, pero si la bala pierde el blanco, la práctica es en vano. Puede ser el más grandioso y alegre predicador. Puede tener gran enseñanza de la fe y los que toque se pueden caer, pero si el pecador se va sin entender su necesidad desesperada del perdón de Dios, entonces el predicador ha fallado. Él ha perdido el blanco, lo cual es el entendimiento del pecador. Es por eso que, la Ley de Dios debe ser usada en la predicación.  Es una «escuela»  que trae «el conocimiento del pecado». Enseña e instruye. El pecador » conoce su voluntad, he instruido por la ley aprueba lo mejor», si es instruido en la ley (Romanos 2:18). Ver Hechos. 20:2.

~Ray Comfort 

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