La Buena Razón

por | May 12, 2020

Si no hemos dado lugar al diablo, ¿qué está haciendo en nuestras vidas? Tiene que haber una buena razón por la cual está allí. La única conclusión razonable es que Dios le ha dado permiso. Esto sucedió en el libro de Job. Dios le permitió a Satanás abofetear a Job, para que creciera su fe en Dios. Como he dicho antes, Dios nos ha dado el Libro de Job para nuestra admonición e instrucción.

Estudia el siguiente verso de la Biblia: Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Filipenses 2:13).

Hemos establecido que Dios está obrando en tu vida. La «opresión» demoníaca de la cual Dios no te ha librado, está haciendo un buen trabajo en ti. Por lo tanto, ¿cuál debe ser la actitud a este buen trabajo que Él está haciendo? Debe ser de gozo – porque este gozo demuestra cuánto confiamos en Dios. Si confiamos en Él, entonces nos regocijamos por su bondad y el gozo está en nosotros. Tomemos, por ejemplo, un boxeador campeón del mundo. Su entrenador le quiere al punto que quiere que sea un ganador. Entonces, ¿qué hace el entrenador? ¿Le dice que compre un sofá, un televisor y papas fritas? No. En lugar de esto, colocará pesas en sus hombros y resistencia en sus brazos. Incluso buscará a su alrededor el boxeador más difícil de combatir que pueda encontrar. Si el boxeador no entiende lo que su entrenador está haciendo, si no tiene fe en sus métodos, se deprime y pierde entusiasmo. Pero si sabe lo que está pasando, se alegrará ahora en los entrenamientos porque ve a través de los ojos de la fe, el producto terminado.

Es por eso que Dios deja al diablo suelto: para hacerte fuerte. Pablo dice:

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria (2 Corintios 4:17).

Las aflicciones trabajan para nosotros, no contra nosotros, si estamos en la voluntad de Dios. ¿Cómo es tu gozo cuando el entrenador te da la resistencia de su camino? ¿Cuánta fe tienes en Él? El gozo tiene que ser su vara de medir.

Porque tú nos probaste, oh Dios; Nos ensayaste como se afina la plata.  «Nos metiste en la red;  Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; Pasamos por el fuego y por el agua, Y nos sacaste a abundancia».   (Salmos 66:10,12).

Dios nos lleva a través de los fuegos de la persecución, tribulación y tentación para purificarnos, no para quemarnos. Nos lleva a través del agua para limpiarnos, no para ahogarnos. Mira la razón por la cual Dios castiga a sus hijos, dados en Hebreos 12:9-15: “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?    Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.   Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.  Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas;   y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.   Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados».

En otras palabras, mirémoslo de este modo: No te desanimes, esencialmente es una falta de fe en Dios. Si dejas que tus brazos caigan en la depresión en vez de alegrarte de que Dios está haciendo todas estas cosas para tu bien, estás diciendo que Dios no es fiel, que sus promesas no valen la pena creer, que Él es en realidad un mentiroso. No hay mayor insulto a Dios que no creer en sus promesas. El resultado de la incredulidad será la depresión, el desaliento, la autocompasión, el resentimiento y la amargura. Entonces, terminarás contaminando a otras personas.

Si nunca has dado gracias a Dios por sus promesas, por su fidelidad, por el hecho de que Él está trabajando en ti, por ti y para ti. Si estás triste o te sientes rechazado por algo que te ha ocurrido y se ha transformado en amargura, entonces arrepiéntete del pecado de la desconfianza.

Cómo te sentirías si fueras un entrenador fiel y amoroso, y el boxeador, por cuyo bien estas trabajando, despreciara lo que tu estás haciendo.

Por otro lado, si estás «entrenado», el resultado será el «fruto apacible de justicia.» En otras palabras, el resultado final será vivir una vida que está en completa justicia, y traerá un gozo al corazón de vuestro Padre Celestial.

Mira Hebreos 12:11. Nota la palabra «después». Esa palabra fue mi luz en la oscuridad del túnel. Eso significaba que había un final a mi terror, una luz al final del túnel, porque no era un tren en dirección a mí. Escribe la palabra «después», y ponlo en algún lugar que te recuerde que tienes esperanza, y «la esperanza nunca nos defrauda ni engaña ni nos avergüenza» (Romanos 5:5, Amplificada).

Protégete de la condena. No eres «menos espiritual» que los que parecen tener una victoria completa. Si no lo crees, piensa en la experiencia de Oswald Chambers, autor del devocional best seller En Pos de lo Supremo.  Un hombre cuya vida y palabras han sido inspiración para millones de personas. Él era «espiritual» en el verdadero sentido de la palabra. Sin embargo, el gran autor tuvo cuatro años de su vida en que dijo: «Dios me usó durante esos años para la conversión de las almas, pero no tenía una consciente comunión con Él. La Biblia era para mí, el libro más torpe y menos interesante en la existencia «(Oswald Chambers: Abandonado a Dios). Describió esos cuatro años como «el infierno en la tierra.» Sin embargo, encontró que hubo un «después», diciendo:

Pero aquellos de ustedes que tienen la experiencia de saber muy bien cómo Dios nos lleva a la desesperación total,  llegué al lugar en el que no me importaba si todo el mundo sabía lo mal que estaba, no me preocupaba por nada en la tierra, con tal de salir de mi condición actual (ibid).

Si tienes ataques de pánico o agorafobia (miedo a los espacios abiertos), no sientas que estás en el pozo profundo de la autocompasión, porque tengas un mal compañero de cama, desánimo, falta de alegría, condenación, confusión y desesperanza. Las paredes de la fosa de la autocompasión son resbaladizas, pero hay un punto de apoyo firme. Es la escalera elevadora de la acción de gracias. Voy a explicar cómo puedes apoyarte en ellas.

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