Estados Unidos tiene una deuda tan grande que el monto adeudado sería suficiente para darle a cada estadounidense tres años de vacaciones pagadas.
No estoy preocupado por nuestra deuda nacional. Políticos nos han metido en ella y ellos se pueden preocupar de sacarnos de ahí. Estoy más preocupado por otros dos problemas de mayor importancia, los cuales van más profundos que nuestra deuda nacional. Tengo una gran deuda hacia este mundo, y este mundo tiene una enorme deuda con la Ley moral.
Cuando ando en bicicleta para ir a trabajar, siempre tengo mi mano cerca del freno. Hay dos razones para ello; una es que ya me he caído tres veces en diez años y cada vez ha sido doloroso. La segunda razón está relacionada con la primera. He visto con frecuencia como gente joven conduce sin usar las manos y pienso que es peligroso pues no podrán frenar en caso de emergencia.
El “freno” para el cristiano es su juiciosa conciencia. Él siempre debe de estar listo para el peligro. La gente sin Dios no hace caso a su conciencia y por lo tanto, muy seguido se tropiezan por su tonta actitud. Muchos sobreviven situaciones de emergencias en esta vida, pero no lo harán en la que sigue. El infierno es un lugar real, yo no quisiera que ni mi peor enemigo termine allá. Por lo tanto, estoy en deuda moral de “advertir a todo hombre” del peligro (Col. 1:28). Si el mundo no escucha, su sangre estará en sus propias cabezas.
Recientemente vi un programa de TV llamado “Debí De Haber Muerto”. Actuaban la historia verídica de un hombre que se perdió en el desierto por cuatro días. No tenía ni comida ni agua. Finalmente llegó a un camino y al estar al borde de la muerte, vio un auto dirigiéndose hacia él. Le hizo señas pero no pudo hablar pues su boca estaba tan seca. Solo pudo expresar con señas que necesitaba agua. Uno de los pasajeros sacó una botella de agua, la puso en el piso y se alejó riéndose, dejando al hombre morir de sed en el desierto. Vi con horror como habían hecho esto. La sangre de ese hombre estaba en esas manos perversas.
Si yo no advierto al que no es salvo del terrible peligro que corren sin Cristo, seré tan culpable como ese hombre en el coche. Pero la voz de mi conciencia no me permite ignorar a los no salvos. En el Salmo 51:14 David menciona el “derramar sangre” (NVI). La mayoría de los comentaristas piensan que se refiere al homicidio, pero de acuerdo a la International Standard Bible Encyclopedia, dice que “parece indicar que la frase no se refiere necesariamente al homicidio sino a un pecado, que si se mantiene, bloqueará el favor de Dios hacia su tierra y gente.”
“Dios mío, Dios de mi salvación, líbrame de derramar sangre, y mi lengua alabará tu justicia” (v. 14 énfasis añadido). El contexto está hablando de nuestra deuda hacia los que no son salvos. Pablo dijo que él estaba libre de la sangre de todo hombre cuando predicaba todo el propósito de Dios (ver Hechos 20:26,27). Dijo que él estaba en deuda de predicar el evangelio a “ambos Griegos y Bárbaros; a cultos e incultos” (Romanos 1:14). Nosotros estamos en deuda con el mundo, porque el mundo está en deuda a la Ley moral, y habrá el infierno a pagar por aquellos que mueren en sus pecados.
Entonces dejemos a los políticos que se preocupen de la deuda temporal y mejor preocupémonos por la deuda eterna, hasta que alcancemos a este mundo que está muriendo.