
A mediados del 2011, Markus Fischer junto con su creativo equipo en Festo construyó el «Smart Bird» (“Pájaro inteligente) – un gran robot ligero, inspirado en una gaviota. Este increíble robot volador fue singular al batir sus alas tal como un pájaro real. Cuando Fischer habló de su creación, el numeroso público que lo escuchaba se sentó en silencio y absorbió cada una de sus palabras. Sin embargo, después de volar al “Smart Bird” por la habitación en la que estaban sentados, se pusieron en pie y le dieron una gran ovación. Lo elogiaron por su brillantez.
El plagio es copiar las ideas de otro, y después presentarlas como su propia obra original. Fischer copió sus aves directamente del diseño de Dios, y con humildad se llevó la gloria como si fuera su propia creación.
A pesar de esta violación de derechos reservados “copyright”, se comprende porque lo elogiaron. Él hizo algo que ningún ser humano había logrado hacer. Hizo que algo parecido a un ave en picada, que volaba y se desviaba. No pudo pensar en cómo hacerla respirar, pensar, comer, y reproducirse por sí misma. Esta ave ni siquiera podía pestañear. No que lo necesitara hacer, ya que se trataba de un pájaro ciego.
Hay algunos que acusan a Dios de ser egoísta, porque piensan que Él exige adoración. La escritura dice: «Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás.» Sin embargo, para alabar a Dios por el don de la vida, por las aves y por toda la increíble creación que nos rodea, en realidad es lo que debiéramos hacer. Dejar de alabarlo y amarlo con todo nuestro «corazón, mente, alma y fuerza», por lo que Él ha hecho y por lo que Él es, es ser culpable del pecado de la ingratitud. La adoración es un mandado, porque somos torpes de mente, egoístas de corazón, ciegos a la realidad, y tan ingratos que tenemos que ser dirigidos a darle a Dios la alabanza debida.
A pesar del genio de Fischer, no hay comparación entre su robot volador y el diseño echo por Dios para las aves. El modelo que copio tiene ojos que pueden ver y comunicar las imágenes a un cerebro extraordinariamente complejo; cerebro, que en el más pequeño de las aves avergüenza a la computadora más compleja. Tiene un corazón increíble que envía sangre oxigenada con vida a la perfecta temperatura, a través de numerosos y pequeños vasos sanguíneos a complejas capas de músculos perfectamente diseñados que se fijan multifacéticos huesos huecos especial para el vuelo, y con asombrosas capas de plumas de forma que giran y dan vuelta según lo que indique el cerebro del ave.
Entonces, ¿qué clase de loco podría creer que no existía evidencia de que el robot de Fischer tuvo un creador, y qué “cerebro-de mosquito” podría creer por un momento que aquello que el “plagió” no tiene un Creador?