Testimonio personal- ¿Cómo lo hizo Jesús?
¿Cómo hacer frente a la conciencia del pecador y hablar con alguien que no cree en el infierno? Juan capítulo 4, versículos 7-26 nos da un ejemplo de cómo el Maestro nos enseña a compartir nuestra fe. Notemos que Jesús habló a la mujer en el pozo cuando estaba sola. Encontraremos a menudo que las personas son más abiertas y honestas cuando están a solas. Por lo tanto, si es posible, elige una persona que está sentada sola. A partir de esto, podemos ver cuatro principios claros a seguir:
Primero: Jesús comenzó en el plano natural (v. 7). Esta mujer no era regenerada, y la Biblia nos dice que «el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios» (1 Corintios 2:14). Por lo tanto, Él hablaba de algo que pudiera relacionarse con el agua. La mayoría de nosotros puede entablar una conversación con un desconocido en el reino natural. Podemos decir algo amistoso «¿Cómo estás?» o un cálido «¡Buenos días!» Si la persona responde con amabilidad, podemos entonces preguntar: «¿Vive usted por aquí?» y desde allí desarrollar una conversación.
Segundo: Jesús cambió la conversación hacia el plano espiritual (v. 10). Él simplemente mencionó las cosas de Dios. Esto requiere valentía. Se puede decir algo como: «¿Fuiste a la iglesia el domingo?» o «¿Viste aquel programa cristiano de televisión la semana pasada?» Si la persona responde positivamente a la pregunta «¿Tienes un trasfondo cristiano?» Entonces demostrará su trasfondo. Pueden responder: «Fui a la iglesia cuando era niño, pero me alejé.» Otra manera simple pasar a lo espiritual es ofrecer a la persona un tratado evangelístico y preguntarle: «¿Tiene uno de estos?» Cuando sea necesario simplemente dile: «Es un tratado evangelístico. ¿Vienes de una familia cristiana?»
Tercero: Jesús le dio convicción usando la Ley de Dios (vv. 16-18) Jesús le habló dulcemente a su conciencia, haciendo alusión al hecho de que ella había quebrantado el séptimo de los Diez Mandamientos.. Él usó la Ley para dar «el conocimiento del pecado» (Romanos 3:19,20). Podemos hacer lo mismo con la pregunta «¿Crees que has guardado los Diez Mandamientos?» La mayoría de las personas creen sí y podemos seguir con: «¿Alguna vez has dicho una mentira?» Esto sería una confrontación, pero si le abordamos con un espíritu de amor y mansedumbre, no habrá ningún delito. Recuerda que la «ley [está] escrita en sus corazones», y que la conciencia dará testimonio, como un «testigo» (Romanos 2:15). Jesús se enfrentó al joven rico en Lucas 18:18-21 con cinco de los Diez Mandamientos y sin ofensa. Ten confianza en que la conciencia va a hacer su trabajo y afirmar la verdad de cada mandamiento. No tengas miedo de preguntar amablemente, «¿Alguna vez has robado algo, aunque sea pequeño?» Aprende a abrir la espiritualidad de la Ley y mostrar cómo Dios considera la lujuria lo mismo que el adulterio (Mateo 5:27,28) y el odio igual al asesinato (1 Juan 3:15). Asegúrate de obtener una admisión de culpabilidad. Pregúntale a la persona: «Si Dios le juzga a usted por los Diez Mandamientos en el Día del Juicio, ¿cree que será inocente o culpable?» Si él dice que va a ser inocente, pregúntale, «¿Por qué cree eso?» Si admite su culpabilidad, preguntae: «¿Usted cree que va a ir al cielo o al infierno?» A partir de ahí, la conversación puede ir de tres maneras: 1. Él confiadamente dirá: «Yo no creo en el infierno.» Amablemente responde: «No importa. Usted todavía tiene que enfrentar a Dios en el Día del Juicio asi usted crea o no. Si voy caminando en una autopista mientras un enorme camión se dirige a mí y digo, «yo no creo en camiones», mi falta de creencia no va a cambiar la realidad. Entonces con amabilidad, dile que ya ha admitido que él ha mentido, robado y adulterado en su corazón, y que Dios le dio una conciencia para que pudiera distinguir entre el bien del mal. Su conciencia y la convicción del Espíritu Santo harán el resto. Es por eso que es esencial obtener una confesión de culpabilidad antes de mencionar el Día del Juicio o la existencia del infierno. 2. Puede decir que es culpable, pero que va a ir al cielo. Esto suele pasar porque piensa que Dios es «bueno», y que Él, por lo tanto, pasará por alto el pecado en su caso. Señala que si un buen juez tiene a un asesino culpable delante de él, si él es un buen hombre, no podrá dejar que se vaya. Debe asegurarse que el culpable sea castigado. Si Dios es bueno, debe (por naturaleza) castigar a los asesinos, violadores, ladrones, mentirosos, adúlteros, fornicadores y los que han vivido en rebelión de acuerdo a la luz interior que Dios ha dado a cada hombre. 3. Se puede admitir que él es culpable y por lo tanto va a perecer en el infierno. Pregúntale si eso le preocupa. Habla con él acerca de lo mucho que valoraría sus ojos y cuánto más lo tanto él debe valorar la salvación de su alma. (Para la descripción bíblica del infierno, ver nota Apocalipsis 1:18.) Si es posible, lleva a la persona a través de los versos enlazados en esta Biblia, comenzando en Mateo 5:21,22.
Cuarto: Jesús se reveló a ella (v. 26). Una vez que la Ley ha humillado a la persona, entonces estará preparada para recibir la gracia de Dios. Recuerda, lo que la Biblia dice que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes (Santiago 4:6). El evangelio es para los humildes (ver nota Lucas 4:18). Sólo los enfermos tienen necesidad de médico y sólo aquellos que admiten que tienen la enfermedad del pecado, podrán verdaderamente ver la cura del evangelio. Aprende a presentar la obra de la cruz. Dios envió a su Hijo a sufrir y morir en nuestro lugar. Habla al pecador acerca del amor de Dios en Cristo, mencionando que Jesús resucitó de entre los muertos y ha vencido la muerte. Llévalo de vuelta a la ley civil y dile que «Es tan simple como esto:. Hemos roto la Ley de Dios. Jesús pagó nuestra multa si se arrepiente y confía en el Salvador, Dios le perdona sus pecados y le dejará libre de condenación.» Pregúntale si entiende lo que le has dicho. Si él está dispuesto a confesar y abandonar sus pecados y confiar en el Salvador para su salvación eterna, dile que ore y pida a Dios que lo perdone. Luego, ora por él. Dile también que consiga una Biblia. Instrúyele a leerla diariamente, a obeder lo que lee y anímale a formar parte en una iglesia bíblica, donde Cristo sea predicando.